Un trastorno cerebral fue la causa de la muerte de carmen longa, 65 años Su nieto, Ronal, estaba a su lado. No la dejaba un momento sola. Ambos oraban para que la salud de ella mejorara, pero el destino les tenía un final triste.

Ronal, quien vivia en la misma casa en Istmina, Chocolate, era los ojos de Carmen y en el momento de su muerte él estaba a su lado, como siempre. Fue el encargado de dar a conocer la noticia. Triste y llorando, salió de la casa en busca de sus hermanos y padres, a quienes les comunicó el suceso.

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Fue tan duro el golpe que recibió Ronal Longa que no volvió a vivir en esa casa. Los recuerdos lo atormentaban, no paraba de recordar a la persona qu’entregó la vida por él.

sin regreso

No volví a asomarme por esos lares. Ronal, medalla plana en los 100 metros del pasado Campeonato Suramericano de Atletismo de la categoría sub-20 de Bogotá, no podía creer que la vida fuera tan dura con él. That Carmen se hubiera ido fue un golpe para su corazón.

Longa fue derrotado en el embalaje final por el brasileño Renan Correa en la pista de El Salitre, pero el colombiano, una vez cruzó la línea de meta, miró el cronómetro, en el que marcó un tiempo de 10 segundos y 08 centésimas, sur better récord, con el que rompió los récords nacionales sub-20, que estaban en poder de él mismo (10.23); el record sub-23 (10.18), que tenia Jhonny Rentería, y el de mayores (10.11), de Diego Palomeque.

Una vez se dio cuenta de eso, elevó su mirada al cielo, tratando de encontrar a Carmen, se echó la bendición y comenzó a orar, mientras recorría parte de la pista y en el parleque que tronaba en el estadio se escuchaba su nom y lo enorme del resultado que había obtenido.

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Un padrenuestro, una avemaría pronunció Ronal. Se brazó con sus rivales, pero parecía estar en la mente. Carmen, la persona que ayudó a difamar adelante, volcó un verdadero ejemplo.

estudiante malvado

Pasaron los días tras la muerte de su abuela. Tanto es así que la tocaba ir cerca de esa casa se derrumbaba, evitaba ir por esos lugares. Se fue a vivir con Johana Mosquera, su mamá, trabajadora en una mina, al lado de sus otros hermanos: Carlos, Genaro, Ronald Stiven, Linda, Lorena, Anderson, Darío y Nicole.

Seis meses después de que su abuela hubiera partido de este mundo, Ronal volvió a la casa, que estaba ubicada en el Barrio Charcal de la población chocoana.

Cuando volví a la vivienda no dejaba de llorar, los recuerdos me perseguían, por lo que tomé la decisión de armar la maleta e irme a vivir a Bogotá

El subcampeón suramericano estaba en la esquina, miraba con un solo ojo hacia la vivienda, comenzaba a llorar y cuando se iba a devolver a su abuelo lo obligó a entrar y se quedó.

Ronald estudió. No la iba bien. No era el mejor del salón, pero tampoco de los últimos, aunque en el tema de la disciplina perdía el año. Nunca lo echaron, pero es consciente de que su comportamiento no era el mejor.

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Prensa Suramericano Suib-20 de Atletismo

Odiaba las matemáticas, la geometría, no le gustaban para nada las sumas, multiplicaciones, las restas ni las divisiones y menos el inglés.

Los fines de semana cambiaba todo para él. Con su abuelo se iba para una parcela cerca de Istmina, él la llama la finca, pero «eso era un matal, un bosque», contó el joven atleta.

Recogía bananos, frutas, platanos, esa era su distracción, aunque lo que no le gustó era que le tocaba levantarse muy temprano, porque a las 4 de la mañana ya debía de estar de pie y listo para la ‘jornada laboral’.

duro traducido

“Ella murió en 2012 y no me pude recuperar. Quería olvidar ese episodio negro de mi vida. Cuando volví a la vivienda no dejaba de llorar, los recuerdos me perseguían, por lo que tomé la decisión de armar la maleta e irme a vivir a Bogotá”, cuenta el contó Longa EL TIEMPO.

Llegó en el 2013 a la capital del país. Radicados en la casa de su tía Silvia, en el barrio Tunjuelito.

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“Era una zona difícil, me acuerdo, pero lo más complicado fue el cambio. Para mí fue muy duro come del Chocó a la capital”, una ciudad grande, con mucho frío y casi que sin conocer a nadie, contó.

In a principio no lo dejaban sucio solo. Lo hacía siempre acompañado, pues temían que se perriera o que le pasara algo. Jugó fútbol en el barrio, el deporte que lo apasionaba. Volaba central jugaba, no importa lo «partido pata» y más bien era «calidoso», recordó.

La idea de venir a Bogotá era para que estudiara, para que se formara mejor y eso era lo que hacia. Su papá, José Giovanni, trabajaba en construcción y no tenía casi tiempo para estar con él, por eso Silvia fue clave.

Continuó ofreciendo patadas a un balón, pero en una ocasión el profesor de educación física, cuyo nombre no se acuerda Ronal, le dijo que probara con el atletismo, que tenía un buen biotipo para ese deporte.

Era claro, de largo medía 1,83 metros y pesaba 74 kilos, ideal para ser un portero deportista, pero no empezó en la velocidad, lo primero que hizo fue saltar.
Probó en el salto alto, le fue bien. Fue subcampeón nacional con marca de 1.80 metros, medalla que colgó en el torneo que tuvo lugar en Ibagué en el 2021.

Foto :

Prensa Suramericano Sub-20 por Atletismno

No recuerda cómo llegó a los 100 metros. Solo en su mente está que competía en las publicaciones de 4 × 100 y 4 × 400, pero no le daba, la altura lo «pateaba» y cuando terminaba la habilidad se tiraba al suelo sin aliento, casi que muerto.

Pronto dejo de saltar y se paso a los 100 y 200 metros, y le fue mejor. Por lo menos el cansancio no era tan grande como cuando hacia parte de las dos postas.

«Adaulfo ​​Cobá fue mi primer entrenador en la velocidad. Fue quien me eligió, me corrigió, me llevó por ese camino. Luego pasó a manos de Jorge Benítez allí me perfeccionó. Es que a ellos dos les debo mucho”, informó Longa.

El año pasado vivió una excelente experiencia. En su primera salida del país le tocó ir a competir a España. Estuvo en Pamplona y allí colgó la medalla de bronce del Meeting Memorial José Luis Hernández en los 100 metros, con tiempo de 10 segundos 54 segundos.

“Fue una locura. Un viaje largo, y llego y la comida me trató mal. No me gustó. Era muy simple, no se cocina como hacen en mi casa el pollo o el pescado, que es lo que más me gusta. Pero sí quiero decir que mi comida favorite son las lentejas, las adoro, me deleito con ellas. En cuanto al resultado, me sentí feliz con este tercer puesto”, especifica Ronal Longa, nacido en Istmina el el 30 de junio de 2004.

Es creyente, pues siempre se encomienda al señor de los milagrosa quien le prise velas para que lo ayude en sus proximos objetivos, como en el Copa del Mundo de Budapest, en agosto. Allá quiere «sacarla del parque».

Las metas del departamento

“Sueño con bajar de 10 segundos. Ustedes dirán que me faltan ocho centésimas, pero es que bajarlas es duro, hay que trabajar mucho, pero eso quiero. Además, someterse a un podio allá sería ideal, de mucha emoción. También quiero conseguir la marca mínima para los Juegos Olímpicos de París”dice Ronal.

Es velocista, corre 100 y 200 metros, las pruebas en las que reinó Usain Bolt por mucho tiempo, pero para Ronal su ídolo no es el jamaiquino, es Asafa Powell.

«Carmen vive en mí, nunca se ha ido y para ella siempre van dedicadas todas mis victorias».

Dice que esta inspirado en el campeon de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 200 metros de distancia. “Es una bestia”, dijo.

Hace cuatro años que Ronal Longa no va a Istmina, que no ve a sus amigos de la cuadra, que no visita a los hermanos ya su mamá, a quien dejó allí.

Ya han pasado 10 años de la muerte de Carmen y todavía la recuerda, le habla, le ora y hasta la sigue llorando.

“Todo lo hago en su memoria. In 2012 se me fue y recuerdo ese amargo momento como si lo estuviera viviendo. Carmen vive en mí, nunca se ha ido y para ella siempre van dedicadas todas mis victorias”, sentenció el nuevo rayo colombiano.
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Lisandro Rengifo
redactora de EL TIEMPO
@lisandroabel