La histórica huelga del motor en Estados Unidos entra en su recta final. Tras el principio de acuerdo alcanzado por Ford con el sindicato United Auto Workers (UAW) el miércoles, este sábado ha sido Stellantis al que ha alcanzado un pacto, pendiente también de ratificación por los trabajadores, según ha anunciado el sindicato. El acuerdo permitirá pone fin a algo más de seis semanas de huelga de unos 14.000 trabajadores de las plantas de montaje de Stellantis en Michigan y Ohio, y de sus centros de distribución de piezas de todo el país, que volverán al trabajo mientras se vota el convenio.
El doble acuerdo aumenta la presión sobre General Motors, que había acercado también las posiciones con el sindicato, y que se mantiene como la única sin alcanzar un acuerdo. Las negociaciones se han torcido en el último momento y la UAW ha llamado por sorpresa a la huelga a los 4.000 trabajadores de la planta de la compañía en Spring Hill (Tennessee), elevando también la presión por esa vía. Esa planta monta los modelos Cadillac SUV y fabrica motores que se utilizan para el montaje de coches en otras fábricas del grupo.
Stellantis ha igualado la subida salarial mínima del 25% en cuatro años y medio que la UAW había pactado con Ford. General Motors también ha ofrecido esa misma subida, que aumentará acumulativamente el salario máximo en un 33% compuesto con la compensación por coste de la vida estimada hasta más de 42 dólares la hora. El salario inicial aumentará un 67%, hasta superar los 30 dólares la hora y los trabajadores temporales peor pagados de Stellantis recibirán un aumento de más del 165% durante la vigencia del convenio, según el sindicato.
El convenio restablece importantes beneficios perdidos durante la Gran Recesión, incluidos los complementos por coste de la vida y una progresión salarial de tres años, además de acabar con los niveles salariales divisivos en el sindicato. Mejora la jubilación para los jubilados actuales, los trabajadores con pensiones y los que tienen planes de ahorro para la jubilación. Al igual que el acuerdo con Ford, el de Stellantis incluye el derecho de huelga en caso de cierre de plantas. También incluye el derecho de huelga en relación con los compromisos sobre productos e inversiones, una primicia histórica para el sindicato.
“Una vez más, hemos logrado lo que hace solo unas semanas nos decían que era imposible”, afirmó el presidente de la UAW, Shawn Fain, a través de un vídeo. “En Stellantis, en particular, no solo hemos conseguido un contrato récord, sino que hemos comenzado a cambiar el rumbo de la guerra contra la clase trabajadora estadounidense. Antes de estas negociaciones, la empresa quería recortar 5.000 puestos de trabajo en Stellantis. Nuestra huelga Stand Up (Levántate) ha cambiado esa ecuación. No solo no hemos perdido esos 5.000 empleos, sino que le hemos dado la vuelta a la situación. Al final de este acuerdo, Stellantis añadirá 5.000 puestos de trabajo. Realmente estamos salvando el sueño americano”, ha añadido.
El acuerdo de Stellantis incluye concesiones en materia de seguridad laboral, como mantener abierta una planta de motores en Trenton (Michigan) y fabricar un vehículo en la planta de montaje de Illinois, que se encuentra paralizada.
En el caso de Ford, del que se aportaron detalles el miércoles, la subida es del 25% en la retribución por hora hasta abril de 2028, y que con algunos ajustes por el coste de la vida será de más de un 30%, hasta más de 40 dólares la hora. El salario inicial aumenta en un 68%, hasta más de 28 dólares la hora. Los trabajadores peor pagados de Ford tendrán un aumento de más del 150% durante la vigencia del convenio, y algunos recibirán un aumento inmediato del 85% en cuanto se ratifique, según la UAW.
La huelga del motor empezó el 15 de septiembre con la paralización de una planta de cada uno de los Tres Grandes de Detroit que emplean a 14.000 trabajadores sindicados. Entre ellas estaba la de Jeep, propiedad de Stellantis, en Toledo (Ohio), de donde salen los modelos Gladiator y Wrangler.
El viernes 29 de septiembre, el líder sindical convocó a la huelga a 7.000 trabajadores adicionales de la UAW en una fábrica de General Motors y otra de Ford en Chicago (Illinois), de donde salen los modelos Explorer y Lincoln Aviator. A la semana siguiente, Fain llamó a plantarse a cerca de otros 6.000 trabajadores de 28 centros de distribución de Stellantis y GM repartidos por 20 estados.
El 6 de octubre, Fain anunció importantes progresos en las negociaciones y renunció a ampliar la huelga, pero unos días después dio la sorpresa al convocar el paro en la planta más rentable de Ford, y, a principios de esta misma semana, de otra de Stellantis. Los 6.800 trabajadores de su mayor fábrica en Estados Unidos se sumaron a la convocatoria y paralizaron por sorpresa la planta de montaje de Sterling Heights (Michigan), donde se fabrica la camioneta RAM 1500, una superventas muy rentable para el grupo.
Durante la huelga, los trabajadores recibieron la histórica visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a un piquete de una instalación de General Motors en Belville (Michigan). “Manteneos firmes”, les pidió, megáfono en mano, al lado del líder del sindicato.
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