La ex primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, ha sido condenada a muerte tras ser hallada culpable de crímenes de lesa humanidad relacionados con la represión de las protestas estudiantiles que provocaron el colapso de su Gobierno. La sentencia del Tribunal Internacional de Crímenes (TIC) marca un punto crítico en la historia política del país.
Un tribunal internacional de crímenes, compuesto por tres magistrados y dedicado a enjuiciar delitos de guerra y graves transgresiones a los derechos humanos en Bangladesh, dictó su fallo el lunes. Dicho veredicto estableció que Hasina fue hallada culpable de instigar y ordenar ejecuciones sumarias durante las protestas estudiantiles del año anterior. Conforme a la corte, la brutalidad ejercida por las fuerzas de seguridad bajo su dirección resultó en la pérdida de cientos de vidas y dejó a decenas de miles de heridos.
La sala judicial de Daca estalló en vítores por parte de algunos parientes de los afectados al conocerse el veredicto. Uno de los jueces declaró: “Sheikh Hasina perpetró delitos contra la humanidad debido a su instigación, sus directrices y su inacción al no aplicar sanciones”. Los togados argumentaron que había pruebas irrefutables de que la antigua jefa de gobierno había fomentado la agresión contra los estudiantes que protestaban de forma pacífica, lo que resultó en ejecuciones y represalias organizadas.
Las protestas, que inicialmente surgieron como un movimiento estudiantil contra las cuotas de empleo en la administración pública, se transformaron en un levantamiento nacional que demandaba la renuncia de Hasina. Según informes de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la represión estatal pudo haber causado hasta 1.400 muertes y más de 25.000 heridos.
Hasina, quien actualmente se encuentra en un exilio voluntario en Nueva Delhi, India, no asistió a la audiencia judicial y describió el procedimiento como «sesgado y políticamente motivado». Mediante su organización política, la Liga Awami, negó las acusaciones y señaló deficiencias en el proceso legal.
Acusaciones y réplica de Hasina
La antigua jefa de gobierno se enfrentó a cinco acusaciones fundamentales, entre ellas la instigación a la muerte de manifestantes, la orden de ejecuciones y el empleo de armamento mortífero, drones y aeronaves para sofocar las manifestaciones. Hasina rechazó categóricamente cualquier implicación, sosteniendo que los fallos judiciales fueron dictados por un tribunal «parcial» y dirigido por una administración carente de legitimidad democrática.
En un comunicado oficial de su partido, la Liga Awami, la ex líder aseguró: “Rechazo las demás acusaciones de violaciones de derechos humanos del Tribunal Penal Internacional por carecer igualmente de pruebas. Estoy muy orgullosa del historial de mi gobierno en materia de derechos humanos y desarrollo”.
Desde 2009 hasta su derrocamiento en 2024, Hasina gobernó Bangladesh con un liderazgo fuerte y centralizado. Bajo su mandato, el país experimentó un significativo crecimiento económico, pero su gestión estuvo marcada por denuncias de corrupción, retrocesos democráticos y violaciones a los derechos humanos, lo que generó un creciente descontento social. Analistas advierten que el veredicto de muerte podría desatar tensiones políticas antes de las elecciones nacionales previstas para febrero del próximo año.
La defensa de Hasina presentó una apelación ante el relator especial de las Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, argumentando preocupaciones sobre la falta de garantías procesales y del debido proceso. Mientras tanto, el gobierno interino de Bangladesh ha solicitado formalmente la extradición de la ex primera ministra, aunque hasta ahora India no ha emitido una respuesta oficial.
Protestas y tensión en las calles
Antes de que se emitiera el fallo, una multitud de manifestantes se reunió frente a la deteriorada casa de Sheikh Mujibur Rahman, el padre de Hasina y fundador de Bangladesh, ubicada en el distrito de Dhanmondi. Las grabaciones difundidas por los medios de comunicación locales exhibieron a los participantes encendiendo hogueras en la vía pública y entonando cánticos en oposición a la estirpe política de la familia Hasina. Se informó que las fuerzas armadas y la policía intervinieron con porras para restablecer el orden.
El domingo anterior, la capital, Dacca, registró incidentes de violencia, incluyendo la explosión de cócteles molotov lanzados por personas en motocicletas. La seguridad se reforzó con vehículos blindados y agentes equipados con escudos antidisturbios alrededor de edificios gubernamentales clave, mientras se desplegaban equipos de acción rápida y fuerzas de la guardia fronteriza.
El vástago de Hasina alertó que los seguidores de la Liga Awami podrían impedir los comicios si no se revocaba la proscripción del partido, indicando que las manifestaciones podrían tornarse violentas. “No consentiremos que se realicen elecciones sin la Liga Awami. Nuestras movilizaciones se agudizarán progresivamente y actuaremos según sea necesario. Si la comunidad internacional no intercede, es probable que surjan conflictos en Bangladesh”, afirmó.
Carrera política de Hasina
La trayectoria vital de Sheikh Hasina se entrelaza íntimamente con el devenir histórico de Bangladesh. Primogénita de Sheikh Mujibur Rahman, fue testigo desde temprana edad de la contienda por la independencia bangladesí frente a Pakistán. A raíz del levantamiento militar de 1975, que cobró la vida de su progenitor, su madre y tres hermanos, Hasina y su hermana se vieron obligadas a partir al exilio.
En 1981, retornó a Bangladesh para tomar las riendas de la Liga Awami, la formación política de su progenitor. Asumió el cargo de primera ministra por primera vez después de triunfar en los comicios de 1996. Más tarde, en 2008, volvió al poder y ejerció el gobierno hasta 2024, estableciendo un mandato que fusionó el progreso económico con un estilo de gobierno autoritario.
Durante su mandato, Hasina fue criticada por tendencias hacia un sistema de partido único y por medidas que limitaban la libertad de prensa, la oposición política y la participación ciudadana. La implementación de leyes de ciberseguridad permitió al gobierno reprimir la expresión en línea, con arrestos de periodistas, activistas y artistas, y denuncias de detención arbitraria y tortura.
A pesar de estas críticas, Hasina logró superar múltiples protestas durante su administración, hasta que el levantamiento del año pasado, impulsado por la generación Z, provocó su salida del poder y la colocó en exilio en India. Actualmente, muchos de sus familiares y líderes de su partido también viven fuera del país.
Marco socioeconómico
Durante la administración de Hasina, Bangladesh logró un desarrollo económico considerable, evidenciado en la modernización de su infraestructura, el progreso educativo y la disminución de la pobreza. No obstante, este progreso económico coexistió con denuncias de corrupción extendida y una centralización del poder. La opacidad en la gestión y las restricciones a las libertades democráticas provocaron una insatisfacción pública que culminó en las protestas estudiantiles que precipitaron el término de su gestión.
El alzamiento del año anterior puso de manifiesto la fricción entre los habitantes y una administración que, a juicio de muchos, ignoraba las exigencias de la ciudadanía. La utilización de cuerpos de seguridad para sofocar manifestaciones pacíficas desencadenó una emergencia humanitaria con un alto saldo de afectados, aspecto crucial en la sentencia contra Hasina.
El tribunal consideró que la ex primera ministra tenía responsabilidad directa en la violencia, no solo por órdenes explícitas, sino también por omisión ante los abusos perpetrados por las fuerzas del orden. Este precedente judicial refleja un intento de establecer rendición de cuentas frente a graves violaciones de derechos humanos en Bangladesh.
Reacciones y perspectivas políticas
La resolución judicial contra Hasina ha provocado una atmósfera de división en la nación. Por una parte, los seguidores del gobierno provisional, encabezado por el galardonado con el Nobel Muhammad Yunus, opinan que los procedimientos judiciales son fundamentales para restablecer la credibilidad ciudadana y robustecer las estructuras democráticas. Por otra parte, los defensores de Hasina desestiman las acciones legales, viéndolas como impulsadas por intereses políticos y concebidas para apartarla de la participación política.
Mientras la Liga Awami sigue inactiva en el ámbito político, el Gobierno provisional se enfrenta al reto de celebrar unas elecciones transparentes y asegurar la calma antes de las votaciones programadas para febrero. La agitación social y política, junto con las advertencias de manifestaciones violentas, representa una amenaza considerable para la administración y la seguridad ciudadana en la nación.
El escenario internacional también observa con atención la situación, dado que la extradición de Hasina desde India y la legitimidad del tribunal han sido temas de debate diplomático. La comunidad internacional ha expresado preocupación por la seguridad de los derechos humanos y la necesidad de garantizar un proceso judicial justo y transparente.
La sentencia de muerte impuesta a Sheikh Hasina representa un momento crucial en el devenir político de Bangladesh, un país cuya evolución ha estado marcada por la compleja interacción entre el progreso económico, las tendencias autoritarias y el respeto a los derechos fundamentales. Este veredicto subraya la relevancia de la justicia en situaciones de delitos contra la humanidad y la necesidad de exigir responsabilidades, si bien también introduce un elemento de inestabilidad en el panorama político venidero.
La trayectoria de Hasina, marcada por la desgracia familiar y su estilo de gobierno firme, pone de manifiesto las dificultades inherentes a la política de una nación emergente y multifacética. Con la Liga Awami inhabilitada y el ejecutivo provisional esforzándose por afianzar la dirección del país, Bangladesh atraviesa una etapa de incertidumbre a medida que se aproxima la jornada electoral. Los meses venideros serán decisivos para establecer si la nación logra armonizar la equidad, la participación ciudadana y la cohesión social ante uno de los episodios políticos más representativos de su pasado reciente.