Esta vez hasta Boris Johnson se ha colocado en el lado correcto de la historia, aunque sea por el mismo oportunismo que ha guiado siempre su carrera política. El ex primer ministro británico se ha sumado al ingente número de voces que ha arremetido contra el actual inquilino de Downing Street, Rishi Sunak, por su decisión —con un tufo claramente electoralista— de rebajar o retrasar los compromisos del Reino Unido en la lucha contra el cambio climático. “Las empresas deben tener certidumbre respecto a nuestro compromiso de alcanzar cero emisiones”, ha defendido Johnson, que impulsó gran parte de esos compromisos durante su mandato. “No podemos permitirnos fallar ahora en modo alguno, ni reducir el nivel de ambición de nuestro país”, ha argumentado en un comunicado público.

El equipo de Gobierno de Sunak ha entrado en “estado de pánico”, según han asegurado fuentes internas desde el anonimato a diversos medios británicos, después de que se filtraran los planes de Downing Street de rebajar las ambiciones climáticas ya comprometidas, como la prohibición de la venta de nuevos vehículos de gasolina o diésel a partir de 2030. El aluvión de críticas ha caído sobre Downing Street desde todas las direcciones. Organizaciones medioambientalistas, activistas, científicos, los partidos de la oposición, muchos de los propios diputados conservadores y, sobre todo, una industria cuyos planes energéticos estaban diseñados para cumplir con unos objetivos que hoy se han diluido por razones puramente partidistas. El primer ministro convocaba este mismo miércoles una reunión de urgencia de sus ministros para aprobar el plan, y comparecía en rueda de prensa para intentar recuperar la iniciativa y controlar el discurso público en torno a su propuesta.

Sunak está convencido de que la maniobra contará con el apoyo del electorado de las circunscripciones del llamado “muro rojo”, en el norte de Inglaterra. Son todos aquellos votantes que tradicionalmente respaldaron al laborismo y que en 2019 dieron su apoyo masivo al Partido Conservador y al Brexit de Johnson. El actual primer ministro cree que la medida, destinada en teoría a aliviar la presión económica que los compromisos medioambientales ponen sobre los hogares más vulnerables, situará en una aparente contradicción a la oposición laborista y cuestionará su credibilidad económica.

Las razones detrás de esa lógica se remontan al pasado julio. Los electores de la circunscripción de Uxbridge acudieron a las urnas para elegir al diputado que debía sustituir a Johnson, que había renunciado definitivamente a su escaño. Las encuestas, y la propia intuición política de los tories, daban por perdido ese sillón parlamentario cuando, para su sorpresa, lograron retenerlo frente a los laboristas por unos centenares de votos. Todos los analistas estuvieron de acuerdo en señalar como razón de esa victoria el duro discurso de los conservadores contra la decisión del alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, de duplicar el perímetro del ULEZ —hasta incluir a Uxbridge—, la zona de bajas emisiones en la que los vehículos que no cumplen con unos niveles mínimos deben pagar una tasa diaria de 14,50 euros.

El primer ministro mantiene el compromiso alcanzado por el Reino Unido de alcanzar cero emisiones en 2050 (es decir, alcanzar un equilibrio de suma cero entre las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero —dióxido de carbono y metano― y la eliminación de la atmósfera de esos mismos gases), pero retrasa o reduce algunos de los objetivos anunciados en años previos para alcanzar esa meta. “No tiene nada de ambicioso establecer un objetivo para lograr simplemente un titular de prensa favorable a corto plazo, sin ser honesto con los ciudadanos a la hora de definir las duras decisiones que deberemos tomar”, ha dicho Sunak, en un ataque claramente dirigido a Johnson. “Y sin que se lleve a cabo un debate democrático real sobre cómo vamos a alcanzar esos objetivos. Como ha dicho el Comité para el Cambio Climático, uno no alcanza el nivel de emisiones cero simplemente deseándolo”, ha rematado.

Las medidas anunciadas

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La principal medida anunciada por Sunak ha sido retrasar en cinco años, de 2030 a 2035, la prohibición de venta de nuevos vehículos de gasolina o diésel, acompañado además con la garantía de que esos mismos vehículos podrán adquirirse durante muchos años más en el mercado de segunda mano.

El Gobierno prorroga también hasta 2035 la obligación de reemplazar los calentadores de gas de los domicilios por bombas de calor. Y desde esa fecha, en cualquier caso, solo impondrá ese cambio en aquellos hogares que necesiten cambiar su calentador. Aumenta además hasta los 8.700 euros las subvenciones que los ciudadanos pueden obtener para llevar a cabo esa reforma en el sistema de calefacción.

Finalmente, en un tono que buscaba claramente el aplauso del ala más dura de los conservadores, Sunak ha prometido deshacerse de un listado de compromisos que ha definido como “preocupantes”, y que han formado parte de las propuestas barajadas en los últimos años. Son cuatro: el número de pasajeros que puede llevar un vehículo; la obligación de tener hasta siete cubos de basura diferentes en casa para el reciclaje; la idea de crear nuevos impuestos para forzar a la gente a comer menos carne o a volar menos en avión comercial; y, finalmente, imponer nuevas prohibiciones de extracción de gas y petróleo en el mar del Norte.

Críticas desde todos los frentes

Era previsible que las principales organizaciones medioambientales cargaran contra los planes de Sunak, pero lo sorprendente —y preocupante, para muchos conservadores— ha sido la reacción tan dura surgida entre el empresariado. “El objetivo 2030 del Reino Unido es un catalizador clave para acelerar los planes de Ford hacia un futuro más limpio”, ha dicho en un comunicado público Lisa Brankin, la presidenta de FordUK, la filial británica del gigante automovilístico. “Nuestra industria necesita de tres cosas por parte del Gobierno británico: ambición, compromiso y consistencia. La relajación del objetivo 2030 socava las tres”, ha acusado a Sunak.

Zac Goldsmith, que dimitió como ministro de Energía, Clima y Medio Ambiente el pasado junio y acusó a Sunak de no tener el menor interés en la lucha contra el cambio climático, exigía hoy en su cuenta de X (antes Twitter) unas elecciones anticipadas: “He recibido cientos de mensajes de amigos conservadores en el Gobierno, el Parlamento y por todo el mundo, señalando que esta decisión del primer ministro reivindica el modo tan ruidoso en que dimití. No quiero ser reivindicado. Necesitamos ya unas elecciones”, ha escrito Goldsmith.

Sin embargo, también han sido muchos los diputados conservadores que han aplaudido la decisión de Sunak, convencidos de que les ayudará en un año electoral que se presenta complicado. “Tiene que imponerse el sentido común. Rishi tiene razón”, proclamaba el diputado Ben Bradley. “Hay una mayoría a favor del objetivo de cero emisiones, pero solo los más locos quieren que, en ese camino, pasemos más frío y seamos más pobres”, ha escrito el diputado Mark Jenkinson.

El Partido Laborista, al que las encuestas sitúan como el claro vencedor de las elecciones que deben celebrarse dentro de un año, ha hecho de la “economía verde” su principal propuesta programática, para impulsar el crecimiento económico del Reino Unido, y asume ya que la lucha contra el cambio climático será el tema central de la batalla electoral.

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