Oxford muestra fragilidad ante aranceles de Trump en El Salvador, Bolivia y Honduras

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Ante la posibilidad de que Estados Unidos reanude medidas comerciales proteccionistas, expertos globales han advertido que diversas naciones de América Latina, con particular énfasis en El Salvador, Bolivia y Honduras, se encuentran entre las economías más expuestas y susceptibles a la imposición de nuevos impuestos a las importaciones. Esta situación surge a raíz de las afirmaciones del exmandatario Donald Trump, quien, como parte de su reciente campaña para la presidencia, ha prometido aplicar un arancel general del 10% a las importaciones si vuelve a ocupar la Casa Blanca.

Este tipo de política arancelaria podría generar un impacto directo y significativo en naciones que tienen una alta dependencia de las exportaciones hacia el mercado estadounidense, así como una limitada diversificación productiva. De acuerdo con evaluaciones recientes, El Salvador, Bolivia y Honduras no solo presentan una fuerte exposición comercial, sino también restricciones fiscales y estructurales que dificultarían su capacidad de amortiguar los efectos de este tipo de medidas.

El Salvador, como ejemplo, envía más del 40% de sus productos a Estados Unidos. Su economía, que ha enfrentado desafíos para expandir su base industrial, también depende significativamente de las remesas, por lo que una posible repercusión en las relaciones bilaterales con Washington podría ocasionar varios efectos. Además, se añade el estrecho margen fiscal y el acceso restringido a financiamiento externo en condiciones ventajosas.

Honduras enfrenta una situación similar. El país centroamericano depende también del comercio con EE. UU. y cuenta con una base exportadora muy concentrada en productos agrícolas y manufactura ligera, especialmente en el sector textil. La imposición de aranceles encarecería sus productos en el mercado norteamericano, lo que podría reducir la competitividad de sus industrias y afectar el empleo local.

Bolivia, aun teniendo vínculos comerciales menos fuertes con Estados Unidos que otros países de América Central, no queda exenta de ser vulnerable. La economía de Bolivia ha sufrido en los últimos años un desgaste continuo en sus cifras fiscales, con un incremento en el déficit, una caída en las reservas internacionales y un sistema económico basado en la exportación de recursos naturales que la deja expuesta a las fluctuaciones del comercio global. En este escenario, cualquier acción que restrinja su entrada a mercados importantes o que eleve los costos de acceso podría empeorar su condición.

Por otro lado, diversas naciones en América Latina han intentado ampliar sus mercados y forjar vínculos comerciales con otras áreas como Asia y Europa. No obstante, este proceso avanza lentamente y demanda significativas inversiones en infraestructuras, logística y la adecuación a diferentes normas. Para aquellos países con limitaciones financieras, altos índices de informalidad y tensiones sociales internas, esta táctica resulta más difícil de ejecutar en el corto plazo.

De concretarse la imposición de aranceles generalizados, se espera una reconfiguración del comercio global con efectos dispares. Las economías más grandes de América Latina, como Brasil, México o Colombia, con mercados internos más robustos y estructuras exportadoras más diversificadas, tendrían mayor margen para maniobrar. En cambio, los países más pequeños, con economías frágiles, se verían obligados a buscar alternativas inmediatas, lo cual implicaría ajustes fiscales, programas de apoyo a sectores exportadores o una renegociación de acuerdos bilaterales.

La situación inquieta asimismo a organizaciones internacionales y agrupaciones regionales, que alertan sobre los impactos desestabilizadores de las políticas comerciales unilaterales en las economías en desarrollo. Especialmente, se destaca la importancia de reforzar las cadenas de valor a nivel regional, fomentar la integración económica y facilitar mecanismos financieros que permitan a las naciones más vulnerables enfrentar con mayor fortaleza estos cambios a nivel global.

Los efectos indirectos tampoco son menores. Un aumento en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y sus socios latinoamericanos podría afectar la inversión extranjera directa, aumentar la volatilidad en los mercados cambiarios locales y generar presiones inflacionarias en economías que ya enfrentan desafíos importantes en materia de pobreza, empleo e inclusión financiera.

Frente a este panorama, los gobiernos de El Salvador, Bolivia y Honduras se enfrentan a una tarea urgente: diseñar estrategias de mitigación ante un entorno externo incierto. La diversificación productiva, la mejora en la infraestructura exportadora, la búsqueda de nuevos socios comerciales y la reforma fiscal aparecen como piezas clave para reducir su exposición y garantizar una mayor estabilidad económica ante decisiones externas que escapan de su control.

En un panorama global donde las decisiones políticas de cada nación poderosa pueden influir de manera instantánea en zonas completas, América Latina se encuentra nuevamente en una situación vulnerable. Las resoluciones que se adopten en el futuro cercano podrían determinar no solo la dirección económica de diversos países, sino también su habilidad para mantener el desarrollo económico y asegurar el bienestar en un entorno cada día más inestable.

By Juan Carlos López Herrera